martes, agosto 15, 2006

LA MALDICIÓN.

Cuenta la historia, que nació una niña dotada con la magia de la palabra. Nadie a su alrededor fue consciente, pero desde muy pequeña disponía de la virtud de calmar a los a los ansiosos, de consolar a los desesperados y de guiar al aturdido. Cuando todavía no era una adolescente, ya estaba acostumbrada a oir los problemas de los adultos y apesar de su visión infantil, muchos de ellos encontraban respuestas en ese pequeño ser.
Pero de todas sus habilidades con la palabra destacaba una por encima de todas, la de dar consejo a quien sufría de mal de amores.
Una vez entrada en la adolescencia, época de transformaciones del ser humano y de esos primeros amores, por primera vez fue consciente de su don. Sin motivo en especial, y muchas veces sin saber porqué hombres y mujeres se sentaban a su lado y terminaban contándole sus problemas de pareja. Todos ellos encontraban una palabra acertada que les hacía recapacitar, la magia de esta hechicera no consistía en trasformar ni en crear simplemente daba las claves que cada uno tenía en su interior para solucionar su problema.
Pasó el tiempo, y mientras los romances en su entorno surgían, crecían o desaparecían, ella permanecia con su sonrisa y su alegría vital por poder ayudar al resto. Pero cualquiera un poco observador se hubiera dado cuenta, como así lo hicieron sólo unos pocos, que en sus ojos residía una inmensa melacolía. Los años se movían, la hechicera seguía usando su don para cualquiera que lo necesitase, pero ella seguía sola. Porque a pesar de su magia, era como cualquier otra persona con sus virtudes y defectos, con sus aleegría y sus penas, con los mismos sentimientos que tiene cualquier mujer.
Aunque nunca lo dijera en voz alta, aquel que le dio el don podía conocer todos sus pensamientos, y ella conociéndose especial nunca se conformó con cualquier pretendiente. Esperaba alguien con un don parecido al suyo y rechazaba o miraba hacia otro lado cuando alguien con esas intenciones ya que no los consideraba digno de ella. El dador de los dones, enfurecido por la soberbia de la chica, quiso darle una lección de humildad que, sin pretenderlo, se convirtió en una fatal maldición.
"Serás fuente de alegrías, canal de sentimientos, diana de amores no correspondidos y pero no recibirás más que afecto a cambio del amor verdadero".
A partir de ese momento, la maga de la palabra que tenía una vida como la de otro cualquiera llena obstáculos, trabajo duro y penas, seguía sembrando su camino de consejos, recibiendo destellos de felicidad y alegría por todo lo que ayudaba a sembrar a su alrededor. Se sentía querida, pero las respuestas que a otros daba para sí misma no las tenía. Poco a poco fue dándose cuenta de la maldición que le pesaba, pues descubrióse amada en varias ocasiones por alguno de los que en busca de una guía a ella se acercaron pero a los que sólo podía corresponder con afecto y grandes abrazos. Y la peor parte fue, el descubrir el amor en un ser totalmente imperfecto que aunque con virtudes era un hombre lleno de defectos, que acudió a ella para encontrar la pasión en otra mujer. Aún muriéndose por dentro, su naturaleza pudo más que sus sentimientos así que le ayudó para que lograse alcanzar a su amada. La hechicera comprendió su pecado de soberbia, pero no sabemos si por error, o porque el enfado del dador era tan grande la maldición nunca cesó.
Así siguió su vida, moviéndose por el mundo, sentándose a escuchar a quien lo necesitaba. Aportando un poco de esa magia que nunca se agotaba y viendo esos pequeños brotes de felicidad que surgían a su alrededor y que contrastaban con el mundo tan negro. No perdía su sonrisa aunque sus ojos cada día se volvían algo más apagados. Irradiaba energía, pero su cuerpo muy poco a poco se iba haciendo más pequeño.
En su largo caminar, se dejó querer y repartió su afecto entre alguno de sus enamorados, que así se daban por satisfechos a pesar de saber que nunca sería suya. Un par más de veces encontró amantes y amados, siempre conformándose con la triste alegría de verlos felices con otras personas.
Hay quien dice que en alguno de esos derrroches de afecto, la hechicera continuó su estirpre, y que por eso todavía podemos encontrar almas solitarias llenas alegría y amor, que se convierten en nuestros confidentes y alidados, que viven de la felicidad de quien les rodea pero que nunca encuentran su propio consejo.

De arriba hacia abajo El beso, El abrazo y La espera, todas ellas de Gustav Klimt.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una gran historia, verdaderamente. Si la has extendido será un placer leerla.

Y mil gracias por tus palabras.

Un beso grande

Ilsa Grant dijo...

La Maldición, es la versión resumida de la primera parte de un cuento corto: "El Don" . Ahora estoy intentando encontrarle el final al cuento. Una vez terminado a quien si estás interesado te paso el cuento completo o haré una versión breve para el blog.
Muchas gracias por leerme.

Anónimo dijo...

Me parece una historia increible, me ha fascinado y poca gente me fascina con sus palabras. Pero las tuyas, llegan donde tienen que llegar y seguro mucha gente se sentira identificada.
Sabes lo bueno? yo pensaba esa maga eras tu, pero no, estoy seguro que es una historia mas, verdad que tengo razon? Eres muy buena. Felicidades.