Las horas pasan y el reloj no perdona con su ritmo acelerado.
El inquietante futuro se acerca presuroso, mientras que el ayer todavía me roza suavemente con sus largos dedos a modo de despedida.
Estoy aquí y ahora, pero no me preguntes mañana donde descansaré.
Date prisa si quieres encontrarme. Hoy todavía puedo indicarte, más adelante seré sólo guía de mis propios pasos.
Ésta es una estación de paso. Todavía no elegí el rumbo, pero mi brújula gira inquieta buscando una respuesta que pronto llegará.
Estoy estática entre una multitud en constante movimiento, oleadas humanas que transforman el mundo y que me invitan a volar.
Ni dónde, ni cuando, ni cómo ni tampoco sé el porqué, pero date prisa porque los segundos veloces pasan y quizás mañana, si te atreves, sea demasiado tarde y demasiado lejos.
Miradas que hablan
Hace 11 años
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